29.11.08

Esta casa fresca de madera, cuyos tabiques porosos proveen sombra y solaz, es una bendición bajo el sol canicular del Ecuador. Poblada de ruidos, este es el paraíso de los insectos. Afuera el sol tuesta el maíz de don Vinicio, sobre un manto plástico de azul cielo. Cada taza, un trago del oro mesoamericano. Los lomos de miles de granos y el ruido ronco de los tazones de metal que los devuelven al costal.
Delicioso líquido –nos regresa al contacto con lo elemental.