12.12.08

Mercado Belén, Iquitos

Entré por la boca negra del edificio azul brillante perdido en el marasmo del mercado que engrosa la calle de especies, frutas, vegetales, ropa, cosméticos –y una miríada de colores y olores. En la penumbra húmeda de concreto se respiraba un olor a carne fresca/recién abierta, sobretodo de pollo, que me transportó a las gallinas que cargaba el barco, con sus plumas mojadas –el olor de lo vivo, el olor de lo apenas muerto. Me preguntaba si era aquí a donde habían venido a parar los animales domésticos recogidos en las selvas del Napo.