29.11.08

Ese árbol, ese rasgo particular, me permite ubicarme en la costa –anclar mi orientación- en medio de las riberas, dos líneas continuas, verdes incesantes de diversidad… Viscosidad. Palos rojos, cargados de hierro, se retuercen entre palos blancos, embadurnados de líquenes blancos, y barbas. Qué veo desde el ojo de la caída? Esperando. Qué hay? Un cerrar los ojos y escuchar tanta vida y sorberla por los oídos, en burbujas de líquido efervescente… me pican con placer la garganta de las orejas, sus espóndylus de cartílago: bebo los sonidos que no cesan en la selva –nunca, ni por un instante, deja de silbar.