29.11.08


Las redes del agua se reflejan nítidas en el atardecer de los botes. Todo en el Amazonas parece reflejarse: el cielo en el río; el río en los flancos de los botes; los botes en los árboles que caen rendidos, verticales, hacia el fondo de las aguas: hondos en la película de la superficie.
Pilotes multitudinarios sostienen la mega arquitectura de un ecosistema que es tan perfecto, que raya en lo cursi. Todos lo creerían una ficción imposible: los atardeceres que no se repiten y pintan de grotescos rosados cielos improbables; los arco iris de saltos elípticos, dos a la vez.
Ceibos monárquicos. Nos adentramos en el río Yasuní, la zona de amortiguamiento muestra parches rasurados.
Una cabeza peluda se hace rala, la calvicie amazónica –envejecimiento prematuro de un cráneo que pulsa con vida, con el encanto de la juventud ancestral (su esencia es la renovación continua).