19.12.08

El engrosamiento mercantil de los flancos de las calles, cuyas pequeñas vertientes permiten el tránsito de hilos de gente, entre mesas alineadas con manteles, o en madera cruda que se curte bajo los aceites y trozos de comida; abriéndose paso por un coral riquísimo de productos.
Aquí la piedra tiene poca cabida, en este reino predominantemente vegetal, tan vivo y tan muerto todo el tiempo, viviendo/muriendo perenne, en un reciclaje opaco y sombrío, de lodos que chupan las aguas inquietas, conforme se hinchan o retroceden, desde glaciares que se derriten o se cristalizan en los helados Andes –y si los glaciares allá arriba retroceden… qué ocurrirá acá abajo, entre las forestas que beben sus frutos.