26.12.08

Iquitos es el tercer puerto más grande del Perú luego de Lima y Callao.

De Pantaleón y las Visitadoras,
la novela de Mario Vargas Llosa:

"Y, para comenzar, como todos los días, nuestra sección: UN POCO DE CULTURA. Nunca nos cansaremos de repetiro, amables radioescuchas: es preciso que elevemos nuestro nivel intelectual y espiritual, que ahondemos nuestros conocimientos, sore todo los que conciernen al medio que nos roeda, al terruño, a la ciudad que nos cobija.

Conozcamos sus secretos, la tradición y las leyendas que engalanan sus calles, las vidas y hazañas de quienes les han prestado su nombre, la historia de las casas que habitamos, muchas de las cuales han sido cuna de grandes prohombres o escenario de episodios inmarcesibles que son orgullos de nuestra región.

Conozcamos todo esto porque así, adentrándonos un poco en nuestro pueblo y nuestra ciudad, amaremos más a nuestra Patria y a nuestros compatriotas. Hoy vamos a contar la historia de una de las más famosas mansiones de Iquitos. Me refiero, ya lo han adivinado ustedes, a la conocidísima Casa de Fierro, como se la nombra popularmente, que se yergue, tan original, tan distinta y airosa, en nuestra Plaza de Armas y donde funciona en la actualidad el señorial y distinguido Club de Iquitos. El Sinchi pregunta: ¿cuántos loretanos saben quién construyó esta Casa de Fierro que sorprende y encanta a los forasteros cuando pisan el suelo ubérrimo de Iquitos? ¿Cuántos sabían que esa hermosa casa de metal fue diseñada por uno de los más alabados arquitectos y constructores de Europa y el mundo? ¿Quiénes sabían, antes de esta tarde, que esa casa había salido del cerebro creador del genial francés que a comienzos de siglo levantó en la ciudad luz, París, la torre de fama universal que lleva su nombre? ¡La torre Eiffel!

Sí, queridos radioescuchas, como lo han oído: la Casa de Fierro de la Plaza de Armas es obra del audaz y muy renombrado inventor francés Eiffel, es decir un monumento histórico de primera magnitud en nuestro país y en cualquier parte del mundo. ¿Quiere decir esto que el famoso Eiffel estuvo alguna vez en la cálida Iquitos? No, nunca estuvo aquí. ¿Cómo se explica, entonces, que esa magna obra suya destelle en nuestra querida ciudad? Eso es lo que el Sinchi les va a revelar esta tarde en la sección UN POCO DE CULTURA de su programa...

Breves arpegios.

Corrían los años de la bonanza del caucho y los grandes pioneros loretanos, los mismos que surcaban del norte al sur y del este al oeste la espesura amazónica en busca del codiciado jebe, competían deportivamente, para beneficio de nuestra ciudad, en ver quién construía su casa con los materiales más artísticos y costosos de la época. Y así vieron la luz esas residencias de mármol, de adoquines y fachadas de azulejos, de labrados balcones que hermosean las calles de Iquitos y nos traen a la memoria los años dorados de la Amazonía y nos demuestran como el poeta de la Madre Patria tenía razón cuando dijo "cualquier tiempo pasado fue mejor". Pues bien, uno de estos pioneros, grandes señores del caucho y la aventura, fue el millonario y gran loretano Anselmo del Aguila, quien, como muchos de sus iguales, acostumbraba hacer viajes a Europa para satisfacer su espíritu inquieto y su sed de cultura. Y aquí tenemos a nuestro charapa, don Anselmo del Augila, en un crudo invierno europeo -¿cómo temblaría el loretano, no?-, llegando a una ciudad alemana y alojándose en un hotelito que llamó poderosamente su atención y le encantó por su gran confrot, por el atrevimiento de sus líneas y su belleza tan original, ya que estaba íntegramente construido de fierro. ¿Qué hizo entonces el charapita del Aguila? Ni corto ni perezoso y con ese fervor por la patria chica que nos singulariza a la gente de esta tierra, se dijo: esta gran obra arquitectónica debería estar en mi ciudad, Iquitos la merece y la necesita para su galanura y prestancia. Y, sin más ni más, el manirroto loretano compró el hotelito alemán construido por el gran Eiffel, pagando por él lo que le pidierion sin regatear un céntimo. Lo hizo demontar en piezas, lo embarcó y se lo trajo hasta Iquitos con tuercas y tornillos inclusive. La primera casa prefabricada de la historia, queridos oyentes. Aquí, la construcción fue montada con todo cuidado, bajo la amorosa dirección del propio Aguila. Ya saben la razón de la presencia en Iquitos de esta curiosa y sin igual obra artística. Como anécdota postrera es preciso añadir que, en su gesto simpático y en su noble afán de enriquecer el acervo urbanístico de su tierra, don Anselmo del Aguila cometió también una temeridad, al no percatarse que el material de la casa que compraba era muy adecuado para el frío polar de la culta Europa, pero algo muy distinto resultaba el caso de Iquitos, donde una mansión de metal, con las temperaturs que sabemos podía constituir un serio problema. Es lo que sucedió, fatalmente. La casa más cara de Iquitos se reveló inhabitable porque el sol la convertía en una caldera y no se podían tocar sus paredes sin que a la gente se le ampollaran las manos. Del Aguila no tuvo otro remedio que vender la casa a un amigo, el cauchero Ambrosio Morales, quien se creyó capaz de resistir la infernal atmósfera de la Casa de Fierro, pero tampoco lo consiguió. Y así estuvo cambiando de propietario año trás año, hasta que se encontró la solución ideal: convertirla en el Club Social de Iquitos, institución que está deshabitada en horas del día, cuando la Casa de Fierro echa llamas, y se realza con la presencia de nuestras damitas más agradicadas y nuestros caballeros más distinguidos, en las tardes y noches, horas en que el fresco la hace acogedora y templada. pero el Sinchi piensa que, teniendo en cuenta su ilustre progenitor, la Casa de Fierro debería ser expropiada por la Municipalidad y convertida en un museo o algo parecido, dedicado a los años áureos de Iquitos, el período del apogeo del caucho, cuando nuestro preciado oro negro convirtió a Loreto en la capital económica del paìs. Y con esto, amables oyentes, se cierra nuestra pirmera sección: UN POCO DE CULTURA".